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Cuento Carlota y el gato sin pelo

Esta es la historia de una niña llamada Carlota, que quería adoptar una mascota pero no sabía cuál. Sus padres decidieron llevarla a una perrera, donde había muchos perros de diferentes razas, tamaños y colores. Carlota se quedó impresionada con todos los perros, que ladraban, saltaban y movían la cola. Parecían muy simpáticos y cariñosos. Carlota quiso conocerlos a todos y se puso a jugar con ellos.

Carlota se divirtió mucho jugando con los perros. Se sintió feliz y emocionada con todos ellos. Se hizo amiga de un labrador, de un pastor alemán, de un chihuahua, de un bulldog y de muchos más. Carlota se convirtió en una experta en perros y disfrutó mucho de su visita.

Pero no se decidió por ninguno. Quería adoptarlos a todos, pero sabía que no podía. Tenía que elegir solo uno, pero no sabía cuál. Todos le gustaban y le parecían especiales. Carlota se sintió confundida y angustiada. No sabía qué hacer.

Entonces, vio algo que le llamó la atención. En una esquina de la perrera, había una jaula pequeña y sucia. Dentro de la jaula, había un animal que no era un perro. Era un gato. Un gato viejo y sin pelo. Un gato que nadie quería.

Carlota se acercó a la jaula y miró al gato. El gato la miró a ella. Tenía unos ojos grandes y tristes, que le pedían ayuda. Carlota sintió una pena y una ternura enormes por el gato. Le preguntó a la encargada de la perrera por él.

La encargada le contó que el gato se llamaba Pelusa, y que había sido abandonado por sus antiguos dueños. Le dijo que el gato tenía una enfermedad que le hacía perder el pelo, y que por eso nadie lo quería adoptar. Le dijo que el gato llevaba mucho tiempo en la perrera, y que si nadie lo adoptaba pronto, tendrían que sacrificarlo.

Carlota se quedó horrorizada y conmovida. No podía creer que nadie quisiera a Pelusa, y que fuera a morir por eso. Se dio cuenta de que Pelusa era un gato muy especial, con una historia y un sueño. Era un gato que necesitaba una familia y un hogar.

Carlota lo tuvo claro. Quería adoptar a Pelusa. Se lo dijo a sus padres, que se sorprendieron y dudaron. No entendían por qué Carlota quería un gato sin pelo, en vez de un perro bonito. Le dijeron que Pelusa era un gato viejo y enfermo, que podría darle problemas y disgustos. Le dijeron que había muchos perros mejores y más adecuados para ella.

Pero Carlota no les hizo caso. Les dijo que Pelusa era el gato que ella quería, y que no le importaba su aspecto ni su salud. Le dijo que Pelusa era un gato bueno y noble, que le daría amor y compañía. Le dijo que Pelusa era su amigo, y que no podía dejarlo solo.

Carlota convenció a sus padres, que accedieron a adoptar a Pelusa. Firmaron los papeles y se llevaron al gato a su casa. Carlota estaba feliz y agradecida. Había cumplido su sueño y había salvado a Pelusa. Había encontrado a su mascota.

Pelusa también estaba feliz y agradecido. Había cumplido su sueño y había encontrado a Carlota. Había encontrado a su familia.

Carlota y Pelusa se hicieron inseparables. Jugaron, durmieron y se cuidaron el uno al otro. Se hicieron más fotos y vídeos, y se los enseñaron a sus amigos. Carlota y Pelusa se convirtieron en una pareja famosa y querida.

Y vivieron felices para siempre.