Cuento Nubes de Chocolate
Había una vez un lugar mágico y lejano llamado Dulceterra, donde las nubes eran diferentes a todas las demás. En Dulceterra, las nubes no llovían agua, sino chocolate. Sí, el cielo siempre estaba cubierto de nubes de chocolate blanco, con un suave aroma a vainilla, y nubes de chocolate negro, con un toque de cacao amargo.
En este lugar, la gente no necesitaba sombrillas ni abrigos para protegerse de la lluvia. En cambio, todos salían a la calle con tazas y cucharas, listos para disfrutar de la deliciosa lluvia que caía del cielo. Los niños se reunían en los parques para atrapar gotas de chocolate en sus bocas y hacer castillos de chocolate derretido en la arena.
En medio de Dulceterra, vivía una niña llamada Clara. Clara tenía el cabello del color del caramelo y ojos tan brillantes como el sol. Ella amaba explorar su mundo mágico y siempre estaba en busca de aventuras. Pero había una cosa que Clara anhelaba más que nada en el mundo: encontrar la nube más grande de todas y descubrir el secreto detrás de su delicioso chocolate.
Un día, Clara decidió que era hora de emprender su viaje. Se puso su vestido de aventura y agarró su mochila. En su mochila, llevaba una lupa, una brújula y un pequeño paraguas de chocolate por si acaso. Después de darle un beso a su mamá y a su papá, salió a la puerta y se aventuró en el mundo de Dulceterra.
Clara caminó y caminó, cruzó campos de caramelo y ríos de crema de cacahuate, hasta que finalmente llegó a un bosque de marshmallows gigantes. El bosque era tan esponjoso y suave que Clara no pudo resistirse a saltar de marshmallow en marshmallow, riendo y divirtiéndose.
Mientras exploraba el bosque, Clara se encontró con un simpático conejito de malvavisco llamado Malvi. Malvi tenía orejas rosadas y una nariz arrugada. Se acercó a Clara y le preguntó:
- ¡Hola, amiga! ¿Qué te trae por aquí?
Clara sonrió y le explicó a Malvi sobre su búsqueda de la nube más grande de Dulceterra. Malvi se emocionó y decidió unirse a ella en su búsqueda. Juntos, se adentraron aún más en el bosque de marshmallows, buscando pistas que los llevaran a la nube gigante de chocolate.
Después de horas de búsqueda, Clara y Malvi llegaron a un claro en el bosque. Allí, se encontraron con una mariposa de caramelo que revoloteaba alrededor de una seta gigante. La mariposa de caramelo tenía alas de azúcar de colores y aleteaba con gracia en el aire.
- ¡Hola, amigos! -dijo la mariposa de caramelo-. Veo que están en una emocionante búsqueda. ¿En qué puedo ayudarlos?
Clara le contó a la mariposa sobre su búsqueda de la nube gigante de chocolate, y la mariposa asintió con entusiasmo. Les dijo que para encontrar la nube, debían seguir el arco iris de caramelo que se extendía por el cielo. El arco iris de caramelo los llevaría directamente a la nube de chocolate más grande de todas.
Clara, Malvi y la mariposa de caramelo siguieron el arco iris a través de campos de fresas cubiertos de crema batida y prados de helado de vainilla. Finalmente, llegaron a un claro donde se alzaba la nube gigante de chocolate. Era majestuosa, con su suave capa de chocolate blanco y negro que se extendía por el cielo. Clara no podía creer lo que veía.
- ¡Es increíble! -exclamó Clara-. ¡Es la nube de chocolate más grande que he visto!
Pero lo más sorprendente de todo fue lo que encontraron al acercarse a la nube. En lugar de gotas de chocolate cayendo del cielo, la nube de chocolate les habló.
- ¡Hola, valientes aventureros! -dijo la nube con una voz suave y amable-. Veo que han llegado en busca de respuestas.
Clara, Malvi y la mariposa de caramelo miraron asombrados a la nube.
- ¡Sí! -exclamó Clara-. Queremos saber por qué eres tan especial y por qué llueves chocolate en lugar de agua.
La nube sonrió y comenzó a contar su historia. Resulta que hace mucho, mucho tiempo, Dulceterra solía ser un lugar triste y seco. No había chocolate en ninguna parte, y la gente anhelaba algo dulce para alegrar sus vidas. La nube de chocolate se formó a partir de los sueños y deseos de la gente.
La nube continuó diciendo que un día, un niño llamado Leo hizo un deseo muy especial: quería que el cielo estuviera lleno de dulzura y alegría. Su deseo fue tan sincero y puro que la nube de chocolate se formó y comenzó a llover delicioso chocolate por todo Dulceterra.
- Desde entonces, mi misión ha sido traer alegría a este mundo mágico -dijo la nube-. Pero a cambio de mantenerme, necesito que cada cierto tiempo, alguien me visite y comparta un dulce y cálido abrazo conmigo.
Clara se conmovió por la historia de la nube y se acercó para darle un abrazo cálido. La nube se sintió feliz y agradecida.
- Gracias, Clara, por visitarme y escuchar mi historia -dijo la nube-. Ahora, siempre que necesites un poco de dulzura en tu vida, solo tienes que visitarme y compartir un abrazo. Y no olvides llevar un poco de mi chocolate para compartir con los demás.
Clara asintió y, con un corazón lleno de gratitud, regresó a su hogar en Dulceterra junto a Malvi y la mariposa de caramelo. Compartió su increíble aventura con su familia y amigos, y todos se maravillaron de la historia de la nube de chocolate.