Cuento: La Bruja y el Gato Perdido
En el encantador pueblo de Villamagia, vivía una amable bruja llamada Aurora. Aurora era conocida por su bondad y por su inseparable compañero, un gato negro llamado Félix. Juntos, eran los guardianes de la paz y la alegría en el pueblo.
Era la noche de Halloween, y Villamagia estaba decorado con calabazas iluminadas, farolillos y adornos festivos. Los niños correteaban por las calles disfrazados de fantasmas, vampiros y hadas, recogiendo dulces de puerta en puerta. Aurora y Félix observaban la escena desde su casa en el borde del bosque.
De repente, Aurora notó que Félix estaba inquieto. El gato maullaba y miraba hacia el bosque oscuro. “¿Qué te pasa, querido Félix?” preguntó Aurora preocupada.
Félix maulló de nuevo y corrió hacia la entrada del bosque. Aurora entendió de inmediato. “¿Alguien está perdido?” preguntó. Félix asintió con un suave maullido.
Sin perder tiempo, Aurora tomó su capa y su varita mágica. “Vamos, Félix, debemos encontrar a quien esté perdido antes de que sea demasiado tarde”. Con una linterna mágica en la mano, se adentraron en el bosque.
El bosque estaba envuelto en sombras misteriosas, iluminadas solo por la luz de la linterna de Aurora. Félix corría adelante, guiado por su agudo sentido del olfato. Pronto, llegaron a un claro donde encontraron a un pequeño gato gris, acurrucado y temblando de miedo.
“¡Oh, pobre gatito!” exclamó Aurora, acercándose lentamente. “¿Estás perdido?”
El gatito asintió con un leve maullido. Aurora lo levantó con cuidado y lo sostuvo en sus brazos. “No te preocupes, te llevaremos a casa”, dijo con una sonrisa tranquilizadora.
Félix ronroneó en señal de aprobación y comenzó a guiar el camino de regreso. Sin embargo, justo cuando empezaban a caminar, escucharon un ruido detrás de ellos. Un grupo de criaturas mágicas del bosque, curiosas por la linterna brillante, se había acercado.
“Ella es una bruja buena”, dijo una pequeña hada, reconociendo a Aurora. “Podemos ayudarles a encontrar el camino de regreso”.
Aurora agradeció la oferta y juntos, el grupo de criaturas mágicas, Félix y el gatito perdido, siguieron su camino de regreso a Villamagia. En el trayecto, Aurora contó historias y las criaturas compartieron sus propias aventuras, haciendo el viaje mucho más ameno.
Al llegar al borde del bosque, Aurora vio a una niña pequeña llorando junto a una casa. “¡Mamá, no encuentro a Mitzi!”, sollozaba.
Aurora se acercó suavemente con el gatito en brazos. “¿Estás buscando a este pequeño?” preguntó.
La niña levantó la vista y sus ojos se iluminaron. “¡Mitzi!” gritó, corriendo hacia ellos. Aurora le entregó el gatito a la niña, quien lo abrazó con fuerza. “Gracias, señora bruja, gracias por traerlo de vuelta”, dijo la niña con gratitud.
“De nada, querida”, respondió Aurora con una sonrisa. “Recuerda siempre cuidar bien a tus amigos”.
Con el gatito sano y salvo, Aurora y Félix regresaron a casa. Las criaturas mágicas se despidieron y se dispersaron en el bosque. Mientras caminaban de regreso, Aurora reflexionó sobre la aventura. “Hoy hemos aprendido algo muy importante, Félix”, dijo. “La amistad y el trabajo en equipo pueden superar cualquier desafío”.
Félix ronroneó en señal de acuerdo. De vuelta en su acogedora casa, Aurora preparó una taza de chocolate caliente y se sentó junto a la chimenea con Félix en su regazo. Miró por la ventana y vio las luces de Halloween brillando en el pueblo.
“Qué noche tan maravillosa”, pensó Aurora, sintiendo una gran satisfacción. “Hemos hecho nuevos amigos y hemos demostrado que la bondad siempre encuentra el camino de regreso”.
Y así, la noche de Halloween terminó en Villamagia con una lección de amistad y cooperación, gracias a la amable bruja y su fiel gato.