Cuento El Baile de las Sombras
En la cima de una colina, rodeada de un espeso bosque, se encontraba la antigua Mansión Holloway. Durante todo el año, la mansión parecía abandonada, pero en la noche de Halloween, algo mágico y misterioso sucedía en su interior. Los habitantes del pueblo contaban historias de sombras que cobraban vida y celebraban un baile espectacular.
Este Halloween, un grupo de niños valientes, encabezados por Emily y Tom, decidieron investigar la mansión. Con sus disfraces de fantasmas y brujas, y linternas en mano, se dirigieron hacia la colina bajo la luz de la luna llena. Al llegar, la mansión parecía aún más aterradora de cerca, con sus ventanas rotas y la puerta chirriante.
Al empujar la puerta principal, los niños fueron recibidos por un aire frío y un silencio sepulcral. Avanzaron con cautela por el pasillo principal, iluminado solo por sus linternas y la débil luz de las velas parpadeantes en los candelabros. De repente, la puerta del salón de baile se abrió de par en par, revelando una escena sorprendente.
Las sombras de la habitación, en lugar de permanecer quietas en las paredes, se movían libremente, danzando y girando en un baile encantador. La habitación estaba decorada con calabazas talladas, telarañas y chandeliers antiguos, que emitían una luz espectral. Las sombras, a pesar de no tener forma concreta, parecían llenas de vida y energía.
Emily y Tom, junto con sus amigos, se quedaron maravillados al observar el baile. Sin embargo, pronto se dieron cuenta de que no estaban solos. Una figura sombría, más definida que las otras, se les acercó. “Bienvenidos al Baile de las Sombras”, dijo con una voz profunda pero amable. “Soy el Guardián de las Sombras, y necesito su ayuda”.
El Guardián les explicó que las sombras estaban atrapadas en la mansión debido a un antiguo hechizo. Para romper el hechizo y liberar a las sombras, los niños debían resolver un misterio oculto en la mansión antes de la medianoche. Si no lo lograban, ellos también quedarían atrapados allí para siempre.
Determinados a ayudar, los niños aceptaron el desafío. El Guardián les dio una pista inicial: “Busquen donde el tiempo se detuvo”. Emily recordó haber visto un gran reloj de péndulo en el pasillo. Corrieron hacia él y encontraron un compartimento secreto detrás del reloj. Dentro, hallaron un viejo diario con páginas desgastadas.
El diario pertenecía a una antigua residente de la mansión, la Señora Holloway, quien había lanzado el hechizo accidentalmente mientras experimentaba con magia oscura. Las últimas páginas del diario contenían un enigma: “La luz de la luna revela lo oculto en la sombra”.
Tom tuvo una idea. “Debemos llevar este diario al salón de baile y dejar que la luz de la luna lo ilumine”. Los niños regresaron al salón de baile y colocaron el diario en el centro de la habitación, justo donde la luz de la luna entraba por una ventana rota.
De repente, las palabras en el diario comenzaron a brillar y una nueva pista apareció: “Encuentren el espejo que no refleja”. Los niños recordaron haber visto un gran espejo en la biblioteca de la mansión. Corrieron hacia la biblioteca y buscaron el espejo. Al observarlo de cerca, notaron que en lugar de reflejar, mostraba una puerta oculta.
Abrieron la puerta y encontraron una pequeña habitación con una caja de música antigua en el centro. Al darle cuerda, la caja de música comenzó a tocar una melodía hipnotizante. Al finalizar la melodía, una última pista se reveló: “Canten la melodía del amanecer para liberar a las sombras”.
Regresaron al salón de baile y, con la ayuda del Guardián, comenzaron a cantar la melodía que escucharon en la caja de música. A medida que cantaban, las sombras comenzaron a brillar y, una a una, se liberaron, desapareciendo en el aire como si fueran polvo de estrellas.
El Guardián, agradecido, les dio las gracias y les aseguró que las sombras estaban ahora en paz. “Han demostrado gran valentía y corazón. La mansión Holloway nunca los olvidará”.
Los niños salieron de la mansión justo antes de la medianoche, sintiéndose más valientes y unidos que nunca. Sabían que habían vivido una aventura única y que la magia de Halloween les había enseñado el valor de la amistad y el coraje.