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Cuento: Los Amigos del Estanque

 

Cuento Los Amigos del Estanque

En un rincón tranquilo del bosque, había un estanque cristalino donde vivía un grupo de amigos muy especial. La rana Rita, el pez Paco, el pato Pato y la tortuga Tula eran los guardianes del estanque, asegurándose de que fuera un lugar seguro y feliz para todos.

Una mañana soleada, mientras Rita cantaba su habitual serenata desde una hoja de lirio, vio algo brillante acercándose al estanque. “¡Mirad!” exclamó Rita, “¡una libélula nueva viene hacia aquí!”

Paco, que nadaba cerca, asomó la cabeza fuera del agua. “¡Qué emocionante! No hemos tenido nuevos vecinos en mucho tiempo.”

Pato, siempre curioso, nadó hacia la orilla para ver mejor. Tula, la más sabia y paciente, se acercó lentamente, sabiendo que la libélula podría estar asustada.

La libélula aterrizó suavemente en una hoja de junco, sus alas brillaban al sol. “Hola,” dijo Rita con una voz dulce. “Soy Rita, y estos son Paco, Pato y Tula. Bienvenida al estanque. ¿Cuál es tu nombre?”

“Hola,” respondió tímidamente la libélula. “Soy Linda. Acabo de mudarme aquí y… y no conozco a nadie.”

Pato aleteó emocionado. “No te preocupes, Linda. ¡Nosotros te ayudaremos a adaptarte!”

Los días siguientes, los amigos del estanque se dedicaron a mostrarle a Linda su nuevo hogar. Paco la llevó a dar un paseo por el agua, mostrándole las plantas acuáticas y los peces coloridos que nadaban a su alrededor. “Aquí siempre hay algo interesante que ver,” dijo Paco.

Rita, con su gran habilidad para saltar, llevó a Linda a las zonas más altas de los juncos donde podía ver todo el estanque desde arriba. “Desde aquí, el mundo se ve diferente,” explicó Rita.

Pato, con su amor por la diversión, enseñó a Linda a chapotear y jugar en el agua. “Nada mejor que un buen baño para refrescarse,” dijo Pato riendo.

Pero a pesar de toda la diversión, Linda seguía teniendo miedos. Le preocupaba volar lejos del estanque y perderse, y temía no encajar con sus nuevos amigos. Una tarde, se quedó sola en una hoja de nenúfar, sintiéndose triste.

Tula, que siempre observaba todo, se acercó a Linda. “¿Qué te preocupa, querida?” preguntó con suavidad.

Linda suspiró. “Es que… tengo miedo de no encajar. Y si me pierdo, no sabré cómo regresar.”

Tula sonrió con sabiduría. “Es normal tener miedo al principio. Pero recuerda, nunca estás sola. Siempre puedes contar con nosotros.”

Esa noche, los amigos decidieron hacer algo especial para Linda. Decoraron el estanque con flores flotantes y hojas brillantes, creando un camino luminoso que guiara a Linda de regreso al centro del estanque. “Así siempre sabrás cómo volver,” dijo Rita.

Paco organizó una fiesta en el agua, con burbujas y luces reflejadas en la superficie. Pato preparó un baile especial, y Tula contó historias bajo la luna llena. Linda, conmovida por el esfuerzo de sus amigos, comenzó a sentirse más segura y feliz.

“Gracias, amigos,” dijo Linda, sus ojos brillando de alegría. “Me habéis hecho sentir como en casa.”

A partir de entonces, Linda empezó a explorar más allá del estanque, sabiendo que siempre podía encontrar el camino de vuelta gracias a sus amigos. Cada día se sentía más fuerte y segura de sí misma.

El estanque se convirtió en un lugar aún más mágico con la llegada de Linda. Los amigos, trabajando juntos, demostraron que la amistad y la bondad pueden superar cualquier miedo. Y así, el estanque brillaba no solo con el sol y las estrellas, sino con el amor y la amistad que unían a sus habitantes.

Linda, Rita, Paco, Pato y Tula vivieron felices, aprendiendo y creciendo juntos. Y cada vez que alguien nuevo llegaba al estanque, sabían que sería recibido con los brazos abiertos y un corazón lleno de amistad.

Y así, en el rincón más tranquilo del bosque, el estanque siguió siendo un hogar para todos los que necesitaban un lugar para pertenecer, recordando siempre que la verdadera magia reside en la bondad y la amistad.

FIN