Skip to main content
cuento navidad infantil del reno que tenía miedo a volar, reno volando por primera vez junto a Papá Noel en un cielo mágico de Nochebuena

Cuento El reno que tenía miedo a volar

En el Polo Norte, donde la nieve brillaba como azúcar bajo el sol y el aire olía a galletas recién hechas, vivía un joven reno llamado Nilo. Tenía un pelaje marrón suave, unos ojos grandes y amables… y un pequeño gran secreto:
tenía miedo a volar.

Todos los renos de Papá Noel aprendían a volar desde muy pequeños. Daban saltos, corrían por las colinas heladas y, un día, ¡zas!, levantaban el vuelo entre risas y campanillas.
Todos… menos Nilo.

Cada vez que intentaba despegar, sus patas temblaban.

—¿Y si me caigo?
—¿Y si no soy lo suficientemente fuerte?
—¿Y si decepciono a todos?

Así que, cuando los demás volaban alto entre las nubes, Nilo se quedaba en tierra, ayudando como podía: ordenaba los arneses, llevaba zanahorias y escuchaba en silencio.

Una tarde, Papá Noel se acercó a él.

—Nilo, he notado que nunca vuelas con los demás —dijo con voz tranquila—. ¿Quieres contarme qué te pasa?

Nilo bajó la cabeza.

—Tengo miedo… Mucho miedo.

Papá Noel sonrió con ternura.

—El miedo no es algo malo —respondió—. Es una señal de que algo te importa.

Aquella noche, Nilo no pudo dormir. Miraba el cielo desde su ventana, observando las estrellas, preguntándose si algún día podría volar entre ellas.

Al día siguiente, Luna, una reno mayor y muy sabia, se sentó junto a él.

—Yo también tuve miedo —le confesó—. Pensé que nunca volaría. Pero no lo hice sola.

—¿Cómo lo lograste? —preguntó Nilo.

—Con apoyo… y confiando poco a poco en mí misma.

Luna le propuso algo sencillo: no volar, solo sentir el viento. Caminaron juntos hasta una colina. Nilo cerró los ojos, respiró hondo y dejó que el aire frío le rozara el rostro.

No voló.
Pero tampoco huyó.

Al día siguiente, dio un pequeño salto.
Nada más.

Y al siguiente… otro un poco más largo.

Cada intento iba acompañado de palabras amables, miradas de ánimo y paciencia. Nadie se reía. Nadie lo apresuraba.

La noche antes de Navidad, ocurrió algo inesperado: una gran tormenta cubrió el cielo. Muchos renos estaban nerviosos.

—Necesitaremos a todos —dijo Papá Noel—. Incluso a quienes aún dudan.

Nilo sintió miedo… pero también algo nuevo: confianza. No estaba solo.

—Quiero intentarlo —dijo con voz temblorosa.

Los renos se colocaron a su lado. Luna le guiñó un ojo.

—Confía. Estamos contigo.

Nilo corrió. Sus patas ya no temblaban tanto. Saltó… y esta vez, no cayó.

El viento lo sostuvo. Las estrellas parecían sonreírle. Volaba.

No alto.
No rápido.
Pero volaba.

Cuando aterrizó, todos aplaudieron. Nilo no pudo evitar llorar de alegría.

Aquella Navidad, Nilo no fue el más veloz ni el más fuerte, pero sí el más valiente. Porque había aprendido que los miedos no desaparecen de golpe…
se superan con apoyo, confianza y amor.

Y desde entonces, cada vez que un reno nuevo tenía miedo, Nilo era el primero en decir:

—No pasa nada. Yo volaré contigo.

Leave a Reply